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16 Ahora bien, las promesas fueron hechas a Abrahán y a su simiente. No dice: «Y a las simientes», como si hablara de muchos, sino: «Y a tu simiente», como de uno,(A) que es Cristo. 17 Digo, pues, que el pacto previamente ratificado por Dios no puede ser anulado por la ley, que vino cuatrocientos treinta años después,(B) pues invalidaría la promesa. 18 Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa;(C) pero Dios la concedió a Abrahán mediante la promesa.

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